La fiebre mundial por la tierra
Por Maria Cristina Rulli, Politecnico di Milano, Jampel Dell'Angelo, Universidad de Amsterdam, y Paolo D'Odorico, Universidad de California-Berkeley
Rusia y Ucrania suministran más de una cuarta parte del trigo mundial, una cadena de suministro que se ha visto interrumpida como consecuencia de la guerra. Las devastadoras repercusiones podrían ir mucho más allá de la región y tener importantes efectos globales en cascada sobre el desarrollo rural, especialmente en los países de renta baja.
Algunas de las principales respuestas que afectan al sistema agrario mundial son a) la expansión de la producción de cultivos a tierras no cultivadas, probablemente a expensas de las reservas naturales o los programas de conservación del suelo; b) la intensificación de la agricultura en tierras que ya han sido adquiridas por inversores del agronegocio, y c) una nueva oleada de inversiones en tierras.
Guerra en curso en Ucrania versus adquisición de tierras
Las adquisiciones de tierras a gran escala se definen como "adquisiciones de tierras de más de 200 hectáreas, mediante concesión, compra o arrendamiento, para la producción agrícola, la silvicultura, las necesidades energéticas y otros fines extractivos y comerciales". Pueden observarse en todos los continentes, con predominio en los países de renta baja y media.
Las LSLAs transnacionales se intensificaron tras las crisis financieras de 2007-2008 y 2012, llamando la atención de los académicos y del público, que expresaron su preocupación por esta oleada de acaparamientos neocoloniales de tierras.
Según la definición de la Coalición Internacional para el Acceso a la Tierra (ILC, por sus siglas en inglés), los acaparamientos de tierras se refieren a las LSLA que "violan los derechos humanos; no son transparentes; no buscan el consentimiento libre, previo e informado; no tienen en cuenta los impactos sociales, económicos y medioambientales; o no se basan en la planificación y la participación democráticas". Los anteriores picos de los LSLA fueron precedidos por una escalada de los precios de los alimentos, la energía y los fertilizantes, asociada a la disminución de la oferta y/o al aumento de la demanda. La aparición de estas tendencias ha sido precursora de los LSLAs.
Urbanizar y destrucción de hábitats
La actual escalada de precios, combinada con la experiencia de la fiebre por la tierra posterior a 2008, sugiere que podría producirse una oleada de LSLAs. Estudios anteriores sobre este tema han demostrado que las LSLAs suelen tener como objetivo tierras boscosas que posteriormente se "urbanizan" mediante la tala de bosques, lo que provoca la destrucción de hábitats, la emisión de gases de efecto invernadero y la pérdida de acceso a tierras ancestrales por parte de las poblaciones locales que históricamente dependían de esos bosques para obtener leña, alimentos o refugio. Las repercusiones negativas van desde la apropiación de los recursos hídricos y la cosecha de cultivos, con la consiguiente inseguridad hídrica y alimentaria, hasta diversos efectos sociales y políticos, como la reducción del empleo, la expropiación de tierras y la represión violenta de las movilizaciones sociales. Por consiguiente, además de las implicaciones directas y la destrucción producidas por la guerra, el conflicto entre Rusia y Ucrania podría dar lugar a nuevos controles sobre los recursos críticos de la tierra.
Nuevas políticas agrarias
Las implicaciones de la transición agraria asociada a esta nueva oleada de adquisiciones de tierras exigen nuevas políticas capaces de prevenir las deficiencias de los actuales mecanismos mundiales de gobernanza del acaparamiento de tierras y aguas (o la falta de ellos) y subrayan la necesidad de "empoderar a las comunidades locales, apoyar a los pequeños agricultores y desarrollar marcos normativos e instituciones eficaces y vinculantes, así como regímenes rigurosos y sólidos de derechos sobre la tierra".
Este artículo de opinión esta disponible en el número 192 de Oleo para su lectura.