Un informe del Banco Mundial reconoce que la “extranjerización” de tierras suma ya más de 46 millones de hectáreas

20.09.10

La mayor parte se concentra en naciones de África subsahariana y Latinoamérica. La organización GRAIN advirtió que muchos de los proyectos son financiados por el propio Banco Mundial.

Estados nacionales –por cuenta propia o a través de compañías relacionadas– realizaron o están gestionando la compra de tierras productivas localizadas en su mayor parte en naciones de África subsahariana y Latinoamérica. Así lo indica un trabajo reciente del Banco Mundial –publicado el pasado 7 de septiembre– al citar datos recopilados por la ONG internacional GRAIN.

El documento menciona que entre octubre de 2008 y agosto de 2009 se relevaron 203 proyectos orientados a la adquisición de 46,6 millones de hectáreas de tierras productivas de países foráneos, de los cuales un 21% ya estaba para entonces en operación y otro 48% se encontraba en las etapas iniciales o bien aprobado para comenzar a desarrollarse.

Un comunicado difundido hoy viernes por GRAIN –organización sin fines de lucro con sedes en Barcelona y Filipinas– indica que el documento del Banco Mundial “minimiza estas cifras (las 46,6 M/ha) y las presenta como evidencia de que los tratos para apoderarse de tierras son más un invento que una realidad; por el contrario, nosotros pensamos que estos datos demuestran que hay muchos proyectos avanzando y debe haber muchos más, pues los datos del Banco son obsoletos, dado que hay muchos nuevos contratos que están ocurriendo todo el tiempo”.

GRAIN indica que el propio Banco Mundial, a través de la Corporación Financiera Internacional(CFI), “es un organismo de inversión importante en numerosas firmas de acciones privadas que están comprando derechos a tierras de cultivo” y añade que “la Agencia Multilateral de Garantía de las Inversiones (MIGA por sus siglas en inglés) proporciona seguros contra riesgos políticos a los proyectos de acaparamiento de tierras”.

“Ahora mismo, numerosos gobiernos y organizaciones de la sociedad civil llaman a ponerle freno, de una forma o de otra, a estos acuerdos. Australia, Argentina, Brasil, Nueva Zelanda y Uruguay son apenas unos cuantos de los países que actualmente debaten si deben introducir restricciones, a los más altos niveles de su política pública, a los extranjeros que buscan la propiedad de tierras agrícolas”, explica el comunicado de GRAIN.

Entre los ejemplos mencionados por GRAIN del apoyo que brinda el Banco Mundial (vía CFI y MIGA) a quienes invierten en tierras de cultivo de naciones extranjeras, se incluye el del fondo Altima One World Agriculture Fund con un aporte por parte del CFI de 75 millones de dólares realizado en febrero de 2009. Dicho fondo es controlado por Altima Partners LLP (con sede en Londres), que es el mayor accionista del grupo El Tejar Limited, compañía registrada en la isla Bermuda que cuenta con operaciones agrícolas en Brasil, Argentina, Uruguay, Paraguay, Bolivia y Colombia.

También indica que el Banco Mundial brindó ayuda a SLC, una sociedad de la cual es accionista el Deutsche Bank y que tendría más de 200.000 hectáreas en Brasil, y Vision Brazil, una compañía de inversiones con más de 300.000 hectáreas productivas en el vecino país.

El primer informe publicado por GRAIN sobre extranjerización de tierras productivas fue publicado por la ONG en octubre de 2008. Allí se indicaba que, a partir de la crisis financiera que estalló en 2007, se había acelerado un proceso de compras de tierras por parte de Estados nacionales y corporaciones financieras.

“El primer tipo de especuladores está vinculado a la seguridad alimentaria. Varios países que dependen de la importación de alimentos y están preocupados por lo competido de los mercados, aún cuando tienen dinero en efectivo para repartir, buscan dislocar su producción interna de alimentos, es decir producirlos fuera del su país adueñándose y controlando tierras agrícolas en otros países. Consideran esto como una innovadora estrategia de largo plazo para alimentar a sus pueblos a buenos precios y con mucha mayor seguridad que hasta ahora. Arabia Saudita, Japón, China, India, Corea, Libia y Egipto están en ese camino. Desde marzo de 2008, funcionarios de alto rango de muchos de esos países han estado activamente en la búsqueda diplomática de tierras fértiles en lugares como Uganda, Brasil, Camboya, Sudán y Pakistán”, comentaba el informe de GRAIN, cuyos párrafos principales se detallan a continuación:

“Convencidos de que las oportunidades agrícolas son limitadas y de que no es posible confiar en el mercado, los gobiernos con inseguridad alimentaria, están comprando tierras en todos lados para producir sus propios alimentos. Por otro lado, los gobiernos que están siendo cortejados para hacer uso de sus tierras agrícolas, generalmente dan la bienvenida a esos ofrecimientos de nuevas inversiones extranjeras”.

“El segundo grupo de especuladores va por las ganancias financieras. Frente al desplome financiero actual, toda suerte de actores de las finanzas o la industria alimentaria –las casas de inversión que manejan las pensiones de los trabajadores, los fondos de capitales privados que buscan ganancias rápidas, los fondos de cobertura que huyen del mercado ahora derrumbado de los instrumentos derivados, los comerciantes de granos que buscan nuevas estrategias de crecimiento– están recurriendo a la tierra, para producir alimentos, para combustibles y como nueva fuente de lucro. La tierra misma no es una inversión típica para gran parte de esas empresas transnacionales. Pero las crisis alimentaria y financiera, juntas, han convertido las tierras agrícolas en un nuevo activo estratégico”.

“Para mucha gente en el poder, la crisis alimentaria mundial deja al descubierto un problema superlativo: que no importa a dónde se mire, el cambio climático, la destrucción del suelo, la pérdida de los suministros de agua y el estancamiento de los rendimientos de los cultivos dentro del paradigma del monocultivo, están presionando como la gran amenaza a los futuros suministros de alimentos del planeta. Esto se traduce en pronósticos de mercados inactivos, precios elevados y presiones para obtener más de la tierra”.

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